Fuente: Diario Sur.
«Las cortinas echadas indican que hay un conductor dentro del camión, y ellos lo sabían», dice su mujer
En su gremio, las cortinas echadas tienen un significado: hay un camionero durmiendo. Juan Carlos Páez Reyes (43 años), un conductor de Mollina, estuvo a punto de morir quemado mientras descansaba en su camión. Su vehículo fue uno de los cinco afectados por un incendio presuntamente provocado que se declaró anteanoche en un área de servicio de San Isidro (Alicante). Su mujer, Petri García, insiste en que el autor (o autores) del incendio sabía que su marido estaba durmiendo en el vehículo. «Las cortinas indican que hay un camionero dentro. Eso no lo sabe alguien de la calle, pero yo sí, porque soy la mujer de un camionero. Y ellos también lo sabían». El transportista, nacido y residente en Mollina, salvó la vida de milagro. Según relata un compañero (prefiere no identificarse) que estuvo ayer con él en el Hospital General de Alicante, Juan Carlos intentó salir por una puerta al percatarse del incendio, pero no lo consiguió. Pudo abandonar el camión en llamas por la otra puerta. Se tiró al suelo y empezó a pedir a gritos una silla. Nadie se la dio.Pronóstico reservadoEl fuego afectó al 25% de su cuerpo. El conductor se encuentra grave en la Unidad de Quemados. «Tiene los brazos y el torso vendados», dice su compañero. «Su pronóstico es reservado -añade- pero está consciente». Hoy, previsiblemente, será trasladado en avión e ingresará en el Hospital Carlos Haya.Juan Carlos llevaba en Alicante desde el sábado. Descargó la mercancía ese mismo día y la huelga le sorprendió, por lo que recibió la orden de su empresa de parar hasta que volviera la calma. «Me contó que el lunes presenció un altercado entre dos camioneros en un bar, pero a él no le había ocurrido nada. Es muy prudente», relata Petri. La pareja conversó por última vez el martes a las seis de la tarde. «Cuando está fuera hablamos dos o tres veces al día. La última vez me dijo que las cosas se estaban poniendo feas, que el ambiente se había caldeado, pero que él se limitaba a escuchar y no decía nada», apunta la mujer, que ayer atendió a SUR desde su casa de Mollina. Quedaron para hablar al día siguiente (ayer). Pero el teléfono sonó antes de lo previsto y de forma inesperada. A las nueve y media de la mañana, cuando Petri se encontraba en su trabajo, recibió una llamada de la Benemérita: «Mi jefe me dijo que me llamaban. Le pregunté que quién era y él me contestó que era la Guardia Civil. Comprendí que algo le había pasado a mi marido, porque si hubiese sido un sabotaje al camión, me hubiera llamado él mismo». Petri se desplazó al cuartel de Mollina, donde le informaron de que su marido se encontraba hospitalizado -si evoluciona con rapidez será trasladado a Málaga- con quemaduras. Su camión se había incendiado. «Actuaron como lo hacen los asesinos, delincuentes, cobardes... Lo hicieron de noche. Esperaron a las cuatro de la madrugada para prenderle fuego a un camión con una persona dentro».«Él respetaba la huelga»La huelga -explica la mujer- no iba con él. «Mi marido trabaja como asalariado (en la empresa Acotral), pero respetaba la protesta de sus compañeros. Comentábamos que debían luchar por lo suyo». Ahora, su punto de vista ha cambiado: «En un país como el nuestro, la huelga y los piquetes informativos son legales, pero cuando hay gente que hace daño, eso no es democrático».Petri quiere lanzar un último mensaje: «Ése que le ha prendido fuego a mi marido, el que decía que iba a quedar en la ruina por el precio del gasoil, ha metido la ruina en mi casa. Nosotros también tenemos una hipoteca y un coche que pagar, pero gracias a ese bandido, a lo mejor nosotros también nos arruinamos. Ahora, con que mi marido salga adelante me doy por satisfecha».
«Las cortinas echadas indican que hay un conductor dentro del camión, y ellos lo sabían», dice su mujer
En su gremio, las cortinas echadas tienen un significado: hay un camionero durmiendo. Juan Carlos Páez Reyes (43 años), un conductor de Mollina, estuvo a punto de morir quemado mientras descansaba en su camión. Su vehículo fue uno de los cinco afectados por un incendio presuntamente provocado que se declaró anteanoche en un área de servicio de San Isidro (Alicante). Su mujer, Petri García, insiste en que el autor (o autores) del incendio sabía que su marido estaba durmiendo en el vehículo. «Las cortinas indican que hay un camionero dentro. Eso no lo sabe alguien de la calle, pero yo sí, porque soy la mujer de un camionero. Y ellos también lo sabían». El transportista, nacido y residente en Mollina, salvó la vida de milagro. Según relata un compañero (prefiere no identificarse) que estuvo ayer con él en el Hospital General de Alicante, Juan Carlos intentó salir por una puerta al percatarse del incendio, pero no lo consiguió. Pudo abandonar el camión en llamas por la otra puerta. Se tiró al suelo y empezó a pedir a gritos una silla. Nadie se la dio.Pronóstico reservadoEl fuego afectó al 25% de su cuerpo. El conductor se encuentra grave en la Unidad de Quemados. «Tiene los brazos y el torso vendados», dice su compañero. «Su pronóstico es reservado -añade- pero está consciente». Hoy, previsiblemente, será trasladado en avión e ingresará en el Hospital Carlos Haya.Juan Carlos llevaba en Alicante desde el sábado. Descargó la mercancía ese mismo día y la huelga le sorprendió, por lo que recibió la orden de su empresa de parar hasta que volviera la calma. «Me contó que el lunes presenció un altercado entre dos camioneros en un bar, pero a él no le había ocurrido nada. Es muy prudente», relata Petri. La pareja conversó por última vez el martes a las seis de la tarde. «Cuando está fuera hablamos dos o tres veces al día. La última vez me dijo que las cosas se estaban poniendo feas, que el ambiente se había caldeado, pero que él se limitaba a escuchar y no decía nada», apunta la mujer, que ayer atendió a SUR desde su casa de Mollina. Quedaron para hablar al día siguiente (ayer). Pero el teléfono sonó antes de lo previsto y de forma inesperada. A las nueve y media de la mañana, cuando Petri se encontraba en su trabajo, recibió una llamada de la Benemérita: «Mi jefe me dijo que me llamaban. Le pregunté que quién era y él me contestó que era la Guardia Civil. Comprendí que algo le había pasado a mi marido, porque si hubiese sido un sabotaje al camión, me hubiera llamado él mismo». Petri se desplazó al cuartel de Mollina, donde le informaron de que su marido se encontraba hospitalizado -si evoluciona con rapidez será trasladado a Málaga- con quemaduras. Su camión se había incendiado. «Actuaron como lo hacen los asesinos, delincuentes, cobardes... Lo hicieron de noche. Esperaron a las cuatro de la madrugada para prenderle fuego a un camión con una persona dentro».«Él respetaba la huelga»La huelga -explica la mujer- no iba con él. «Mi marido trabaja como asalariado (en la empresa Acotral), pero respetaba la protesta de sus compañeros. Comentábamos que debían luchar por lo suyo». Ahora, su punto de vista ha cambiado: «En un país como el nuestro, la huelga y los piquetes informativos son legales, pero cuando hay gente que hace daño, eso no es democrático».Petri quiere lanzar un último mensaje: «Ése que le ha prendido fuego a mi marido, el que decía que iba a quedar en la ruina por el precio del gasoil, ha metido la ruina en mi casa. Nosotros también tenemos una hipoteca y un coche que pagar, pero gracias a ese bandido, a lo mejor nosotros también nos arruinamos. Ahora, con que mi marido salga adelante me doy por satisfecha».
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