Mujeres de todas las edades y algunos hombres se apuntan al 'stripdance', una novedosa mezcla de aeróbic y 'striptease'
EN ACCIÓN. A la clase de 'stripdance' se acude con tacones altos, ropa bien ceñida, el pelo suelto y algún que otro complemento del que irse desprendiendo
«TÓCATE ¿Nadie va a tocarte mejor que tú!». Exclama a través del micrófono la monitora, mientras recorre su anatomía con su mano derecha al ritmo sensual de 'Dirty' (Sucia), un tema interpretado por Christina Aguilera. ¿Estamos en una clase de iniciación al sexo o en un curso de aerobic? Es lo primero que se pregunta el intruso al contemplar a esas treinta y tantas mujeres sudorosas y risueñas, que ahora se contonean sobre sus tacones de aguja, luego se ponen a cuatro patas y más tarde fustigan el parqué una y otra vez con sus melenas.¿Pornografía? Nada de eso. Pura coreografía. Se llama 'stripdance'; un cruce entre una lección de baile y una sesión de 'striptease', que es el último grito en cuanto a disciplina gimnástica. «La idea es desinhibirse, gustarse más a una misma, aprender a moverse de forma sensual, pasar un buen rato y al mismo tiempo hacer ejercicio», explica Carol López, profesora de aerobic en uno de los gimnasios Dir, cadena de salas de 'fitness' que busca incansablemente nuevas fórmulas para mantener en forma a sus clientes. 'Sudar gozándola' es el lema de esta nueva modalidad nacida en Estados Unidos. Y por los entusiastas grititos que se escapan de las bocas de sus practicantes parece que el objetivo se cumple.Nada de zapatillas deportivas. A la clase de 'stripdance' se acude con tacones altos, ropa bien ceñida, el pelo suelto y algún que otro complemento del que irse desprendiendo a medida que la coreografía se va complicando y el ambiente se caldea. El precalentamiento comienza con el clásico 'You can leave your hat on' de Joe Cocker, el insinuante ritmillo que tanto juego les dio a Kim Basinger y Mickey Rourke en 'Nueve semanas y media'. Sobre una plataforma forrada de espejos, las monitoras Carol y Elena comienzan a insinuarse... Carol lleva un minishort vaquero y el pelo rapado, lo que le obliga a utilizar una peluca en los movimientos de melena (fundamentales en este tipo de coreografías). En cuanto a Elena, viste una microfalda tejana que sorprendentemente jamás se moverá de su sitio.Gimnasia con taconesLas alumnas van de los veinte a los cincuenta y tantos. Y las maduritas, quizá porque están ya de vuelta de todo, son las más desinhibidas y enrolladas. Inma explica que a esta clase le gusta acudir «disfrazada». Por su aspecto, se diría que ha estado revolviendo en el armario de su hija adolescente. «Un, dos, tres, caderazo... ¿Pam, pam! Patada, abrooooo y...» «¿Ujujuuuuyyy!». Los primeros grititos ya empiezan a brotar de las gargantas de las aprendizas cada vez que ensayan un nuevo conjunto de pasos. «Este movimiento es imprescindible para todo en la vida», advierte Carol, muy seria y profesional mientras menea frenéticamente la pelvis a lo Elvis. Por los altavoces suena ya a volumen atronador 'Voulez-vous coucher avec moi ce soir?' con sus inconfundibles: «Giuchie, Giuchie, ya ya dada. Giuchie, Giuchie, ya ya here. Mocha Chocalata ya ya...».Pero, ¿alto! ¿Qué hace en mitad de tanta transpiración femenina ese cimbreante gordito? «¿Pedrooooo!» La monitora se dirige de pronto a él con un hipohuracanado grito semejante al que le dedicó Penélope Cruz a Almodóvar cuando ganó el Oscar. Pedro es uno de los cuatro audaces caballeros que han decidido probar hoy el 'stripdance'. Y la profesora los quiere a los cuatro sobre la tarima para que ejecuten (como puedan) lo aprendido hasta ahora y muestren sus encantos al mujerío. «Los hombres o son timidísimos y no aparecen o, ya si vienen, son mucho más atrevidos que nosotras y sus movimientos más guarrillos», confiesa una alumna entre jadeos al finalizar la clase. «A mí lo que me gustaría -añade sin disimulo- es que hubiera coreografías mixtas».Llega la parte en la que hay que agarrarse las nalgas descaradamente con las dos manos. «Mano derecha, ¿pam!, a la nalga derecha y mano izquierda, ¿pam!, a la izquierda. Así, mantened el culo bien cogido con las manos. Si cabe en ellas bien y, si no, mejor todavía, porque eso significa que tenéis un buen trasero», proclama Carol. La coreografía incorpora sinuosos movimientos de la danza del vientre y los combina con apasionados pasos de tango. Todo vale con tal de seducir. «Busca el potencial que llevas dentro y sácalo sin ninguna vergüenza. Un, dos, tres... ¿Pam, pam! Abroooo y ahora es cuando puedes levantarte la camiseta y empezar a enseñar algo». Pero las camisetas de alumnas y alumnos -cada vez más empapadas- permanecen en su sitio. «Casi nadie se quita la ropa», admite la monitora Elena. Aunque no hay regla sin excepción y cuentan que hay una alumna de la clase del mediodía, «una mujer que andará por los sesenta», a la que le encanta quedarse, a la primera de cambio, en ropa interior.Liberarse de complejosTres de las alumnas, una de ellas ingeniera, otra bióloga y la tercera compradora internacional para grandes marcas, afirman que todavía no han utilizado sus nuevas habilidades para ligar. «Yo de momento sólo me he atrevido a bailar así delante de mi gata», confiesa una de ellas. «Pues yo -tercia otra- sí que he ensayado algunos pasos delante de mi novio. Y él al principio se reía de mí. Pero luego me pedía más». «Pues yo sólo vengo a soltar adrenalina y a hacer un poco de ejercicio sin aburrirme. No sé si esto me servirá para algo... Bueno, quizá para montar el numerito en alguna despedida de soltera o fiesta de cumpleaños». Aprender a moverse, sentirse más sensual y liberarse de complejos son algunos de los efectos colaterales del 'stripdance', según sus seguidoras. La clase va tocando a su fin, pero antes hay que armar la coreografía completa. Es cuando suena 'Dirty', la canción de Aguilera en la que Elena y Carol se han inspirado para diseñar cada uno de los pasos. «No hemos tomado un cursillo de 'striptease'. Más bien somos autodidactas», ríe Carol. «Hemos aprendido fijándonos en cómo se mueven en el escenario las nuevas estrellas del pop. Ellas sí parecen haberse inspirado en las bailarinas de 'striptease'. El resto es una mezcla de aerobic y pasos de baile».Es al final de la clase cuando realmente empieza la función: el contoneo salvaje, la pelvis que se dispara, las manos que señalan el camino, la melena que golpea como un látigo... En ese punto, el de fustigar con la melena, una mujer diminuta y con gafas de muchas dioptrías se revela de golpe como auténtica maestra. Y es que una nunca sabe dónde se va a descubrir un talento oculto... Al final, las monitoras preguntan a los alumnos si quieren un 'bis'. Hay un sí atronador, unánime. Se vuelve a repetir la coreografía, y dos veces. Pero antes de que aquello empiece a convertirse en vicio, las profesoras paran la música y se despiden hasta la próxima clase. Sus sudorosos pupilos se deshacen en aplausos.
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