Un hombre persigue a unos ladrones por la autovía y se estrella contra el coche en el que huían al creer que habían secuestrado a su sobrina. En realidad, eran tres tironeros
El estruendo del accidente le hizo asomarse a la ventana de su casa. Había varios coches siniestrados. Tres jóvenes se bajaron de uno de los vehículos y echaron a correr. Un hombre «trajeado» descendió de otro de los automóviles y salió detrás de ellos. «¿Mi niña, se han llevado a mi niña!», gritaba, según relata una vecina que presenció los hechos.
El hombre que iba vestido de traje venía pisándole los talones a los tres jóvenes desde la venta Cotrina (en el kilómetro 160 de la autovía de Las Pedrizas) hasta La Palma, donde los sospechosos, atosigados por su perseguidor, se empotraron contra dos coches que estaban aparcados en la calle Deva de la barriada.
El motivo de la arriesgada persecución fue una confusión de tintes dramáticos. Según confirmaron fuentes policiales, los sospechosos no eran más que unos tironeros que, al parecer, le habían arrebatado el bolso a una mujer mayor en la puerta de la venta, pero el hombre creyó que habían secuestrado a su sobrina de tres años, a la que perdió de vista unos instantes.
Sucedió a las diez de la mañana del sábado. La familia se dirigía a una boda -de ahí que todos fuesen vestidos de traje- y se paró a tomar un tentempié en la venta Cotrina. Entonces, se produjo el robo. La víctima fue una mujer mayor, a la que dieron un fuerte tirón del bolso que le hizo caer al suelo.
Confusión
Fueron momentos confusos. Los familiares acudieron a atender a la víctima mientras veían cómo los ladrones escapaban en un Renault Clio de color amarillo. Alguien preguntó: «¿Y la niña?». Creyeron que los asaltantes habían utilizado el robo para despistar a los padres y llevarse a la pequeña, de tres años.
Un miembro de la familia telefoneó a la policía para informar del secuestro. Ante la gravedad del aviso, las salas del 091 y del 092 alertaron a las patrullas disponibles para que intentaran atrapar a los sospechosos.
Pero el tío de la pequeña iba con ventaja. Cuando se produjo el robo, el hombre reaccionó rápidamente, cogió su automóvil y siguió a toda velocidad a los ladrones. La persecución se prolongó algo menos de diez kilómetros, hasta La Palma-Palmilla, donde los tironeros se empotraron contra dos coches aparcados.
Los ladrones abandonaron el vehículo tras el accidente y escaparon a pie. Según testigos presenciales, su perseguidor, el sobrino de la niña, estrelló su coche contra el Renault Clio de los asaltantes, se bajó del mismo y comenzó a gritar: «¿Se han llevado a mi niña!».
Instantes después, el hombre recibió una llamada de su familia que le tranquilizó. La menor estaba con ellos, en la venta Cotrina. No había sido secuestrada. La policía, que llegó en esos momentos, desactivó el aviso del supuesto rapto. Los agentes inspeccionaron el coche de los ladrones y recuperaron el botín del robo. En el asiento de atrás estaba el bolso de la mujer mayor.
El estruendo del accidente le hizo asomarse a la ventana de su casa. Había varios coches siniestrados. Tres jóvenes se bajaron de uno de los vehículos y echaron a correr. Un hombre «trajeado» descendió de otro de los automóviles y salió detrás de ellos. «¿Mi niña, se han llevado a mi niña!», gritaba, según relata una vecina que presenció los hechos.
El hombre que iba vestido de traje venía pisándole los talones a los tres jóvenes desde la venta Cotrina (en el kilómetro 160 de la autovía de Las Pedrizas) hasta La Palma, donde los sospechosos, atosigados por su perseguidor, se empotraron contra dos coches que estaban aparcados en la calle Deva de la barriada.
El motivo de la arriesgada persecución fue una confusión de tintes dramáticos. Según confirmaron fuentes policiales, los sospechosos no eran más que unos tironeros que, al parecer, le habían arrebatado el bolso a una mujer mayor en la puerta de la venta, pero el hombre creyó que habían secuestrado a su sobrina de tres años, a la que perdió de vista unos instantes.
Sucedió a las diez de la mañana del sábado. La familia se dirigía a una boda -de ahí que todos fuesen vestidos de traje- y se paró a tomar un tentempié en la venta Cotrina. Entonces, se produjo el robo. La víctima fue una mujer mayor, a la que dieron un fuerte tirón del bolso que le hizo caer al suelo.
Confusión
Fueron momentos confusos. Los familiares acudieron a atender a la víctima mientras veían cómo los ladrones escapaban en un Renault Clio de color amarillo. Alguien preguntó: «¿Y la niña?». Creyeron que los asaltantes habían utilizado el robo para despistar a los padres y llevarse a la pequeña, de tres años.
Un miembro de la familia telefoneó a la policía para informar del secuestro. Ante la gravedad del aviso, las salas del 091 y del 092 alertaron a las patrullas disponibles para que intentaran atrapar a los sospechosos.
Pero el tío de la pequeña iba con ventaja. Cuando se produjo el robo, el hombre reaccionó rápidamente, cogió su automóvil y siguió a toda velocidad a los ladrones. La persecución se prolongó algo menos de diez kilómetros, hasta La Palma-Palmilla, donde los tironeros se empotraron contra dos coches aparcados.
Los ladrones abandonaron el vehículo tras el accidente y escaparon a pie. Según testigos presenciales, su perseguidor, el sobrino de la niña, estrelló su coche contra el Renault Clio de los asaltantes, se bajó del mismo y comenzó a gritar: «¿Se han llevado a mi niña!».
Instantes después, el hombre recibió una llamada de su familia que le tranquilizó. La menor estaba con ellos, en la venta Cotrina. No había sido secuestrada. La policía, que llegó en esos momentos, desactivó el aviso del supuesto rapto. Los agentes inspeccionaron el coche de los ladrones y recuperaron el botín del robo. En el asiento de atrás estaba el bolso de la mujer mayor.
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